En plena localidad cordobesa de Hornachuelos se encuentra el
antiguo Seminario de Nuestra Señora de los Ángeles, fundado en el año 1490 por
D. Juan de la Puebla, 2º Conde de Belalcázar.
El Seminario se halla unido a Hornachuelos a través de un
estrecho camino, conocido con el nombre de “Sendero de las Siete Revueltas”,
que circula paralelo al río Bembézar, un afluente por la margen derecha del río
Guadalquivir.
Del Seminario, nos sorprende su magnitud y sobriedad, una
gran masa de hormigón y cemento que se alza majestuosa entre un paraje natural
irrepetible.
La historia del edificio se remonta, como hemos dicho
anteriormente, al siglo XV, más concretamente hasta el año 1490, cuando el franciscano
Juan de la Puebla, inicia las obras de construcción de un monasterio y de una
iglesia bajo la advocación de la Virgen de los Ángeles,
Este monasterio inicial, construido con gruesas piedras,
contaba con una serie de celdillas, o pequeñas habitaciones, probablemente
organizadas en torno a un patio, en las que vivían los monjes, sometidos a una
dura disciplina que incluía largas jornadas de trabajo, retiro y oración.
Los frailes tenían que ir descalzos, no podían hablar entre
ellos durante la semana y sólo comían pan los jueves y domingos.
De este modo, el ideal de apartamiento del mundo perseguido
por Fray Juan de la Puebla, alcanzo aquí su máxima expresión.
Por otro lado, en el año 1494 se halla documentada
la visita de los Reyes Católicos al monasterio, que 4 años más tarde sufre
su primer incendio, de modo que son los mismos vecinos de Hornachuelos los que
lo reconstruyen con la misma pobreza.
En 1510, de nuevo coincidiendo con un momento de máximo
apogeo, el monasterio se vuelve a incendiar, siendo otra vez
reconstruido.
Por su parte, en la segunda mitad del siglo XVI, se produjo
la visita del rey Felipe II, que ordeno que se construyera en el monasterio un
cuarto de cuatro celdas, al que se llamó Cuarto del Rey.
Durante este período ya existían varias ermitas entorno al
monasterio, de las cuales aún quedan restos sobre los montes del entorno.
En el año 1655, tuvo lugar el último de los incendios del
monasterio, otra vez justo cuando la congregación vivía una etapa álgida.
De hecho, se forjó por estas fechas una leyenda que
aseguraba que si alguien compraba o reformaba el monasterio llovería fuego.
Tras la Desamortización de los bienes eclesiásticos, en la
primera mitad del siglo XIX, los frailes se vieron obligados a abandonar el
monasterio llevando en procesión a la Virgen de los Ángeles hasta una iglesia
de Hornachuelos.
El Estado vendió el edificio y las tierras aledañas al
ecijano don Agustín Díaz y Armero, que emprendió la restauración del convento y
reclamó, sin éxito, la vuelta de la Virgen de los Ángeles
En el año 1884 el monasterio fue vendido a los Marqueses de
Peñaflor que destinaron el convento a centro de cacerías.
Años más tarde, la Marquesa de Peñaflor lo donó al Obispado
de Córdoba con la condición de que se utilizara como Seminario, función que
comenzó a realizar a partir del año 1957, ampliándose hasta el punto de que
sólo quedó de lo antiguo la capilla original y algunas obras de arte que se
hallan dispersas por varias iglesias.
Muchas de las estancias de la finca de los Marqueses de
Peñaflor se demolieron para construir grandes naves de dormitorios, que
restaron encanto a la construcción original.
El resultado final fue un conjunto arquitectónico formado
por 4 bloques diferentes y enormes, con 5, 7, 8 y 9 plantas cada uno, con
numerosas habitaciones, en las que aún se conservan los baños, así como parte
del mobiliario que sigue casi intacto, ya que el Seminario fue abandonado en
los años 70 del pasado siglo.
En su interior aún se hallan los colchones, los somieres y
los armarios dentro de las habitaciones, también la cocina, con su gran horno y
una habitación que parece ser una antigua cámara frigorífica.
La edificación también contaba con varios patios comunes,
algunos de ellos con piscina.
En la capilla destaca el retablo mayor de estilo rococó,
mientras que en uno de los lados del compás se encuentra una antigua fuente
cubierta.
A través de uno de sus arcos se puede ver un gran mosaico de
cerámica de estilo sevillano, datado en la segunda mitad del siglo XVII, en el
que se representa a la Purísima.
Debajo del Seminario, se abren numerosas oquedades
naturales, algunas de ellas utilizadas por los frailes en sus momentos de
retiro.
Cabe destacar una leyenda relacionada con una de estas
cuevas, la leyenda de la Mujer Penitente, que nos cuenta como, un buen día, uno
de estos frailes, buscando un lugar apartado donde rezar, vio huellas de pies
descalzos, situación que se repitió en los días sucesivos.
El fraile, temiendo que algún extraño se hubiera colado en
el monasterio, siguió el rastro de aquellas huellas hasta una cueva que se
encontraba casi debajo del monasterio.
En su interior, encontró a una mujer de pelo negro y
enredado, casi desnuda, que le confesó que se había retirado allí en penitencia
hacia 10 años, para purgar la mala vida que había llevado.
La mujer también contó al fraile que vivía sola, dentro de
la cueva, alimentándose de hierbas y animales, ¿leyenda o realidad?, quizás no
lo puedan decir los muchos senderista que dicen haber visto su espectro, ya que
cuenta la historia que aquella mujer murió allí, en aquella cueva.
Y es que, el Seminario y sus alrededores esconden muchas
experiencias, algunas de ellas muy trágicas, como es el caso de los sucesivos
incendios que sufrió el lugar.
Se cuenta que los frailes que quedaron atrapados entre el
fuego se arrojaron al vacío desde las ventanas, en un último intento por
alcanzar el río y apagar sus llamas.
Sucesos dramáticos que quizás hayan dado lugar a los
fenómenos paranormales que muchos testigos y grupos de investigación dicen
haber vivido en torno a este Seminario.
Ya en su día, cuando el lugar aún era un monasterio, se
documentaron desprendimientos de rocas sobre el claustro o la iglesia sin
apenas causar daños, aparecidos que anunciaban desdichas y personas que
adquirían dones prodigiosos tras visitar a los frailes.
En la actualidad, hay personas que dicen sentirse observados
en los pasillos y desde las ventanas.
También hay investigadores que afirman haber escuchado
extraños golpes en las paredes, que responden al mismo número de golpes dados
por ellos.
Pero los fenómenos no quedan aquí, ya que se han registrado
casos de ventanas que se abren y se cierran solas, se han oído pasos y voces
cuando el edificio estaba vacío, se han escuchado arañazos en las paredes,
música de órgano e incluso se han documentado fenómenos de aportes o
materialización de objetos de origen desconocido.
En la Capilla, los investigadores hablan de cambios bruscos
de temperatura y de una sensación muy incómoda, en comparación con otras zonas
del edificio.
Cabe señalar como anécdota que, unos investigadores que
pasaron una noche en el lugar para registrar psicofonías y fenómenos
paranormales, penetraron en una de las habitaciones cuya pared daba a la
montaña, pero no sintieron nada extraño.
Una hora más tarde, volvieron a la habitación, ya que se
sintieron atraídos por una extraña curiosidad pero, nada más acercarse a ella,
les repelió un extraño y horrible olor, seguido por una psicofonía que les
decía "oled".
En un primer momento no percibieron aquella voz pero, tras
repasar el material, detectaron el "oled" en la grabación,
coincidiendo justo con el momento en el que entraron en la habitación.
De hecho, son muchos los investigadores que han conseguido
registrar psicofonías en el Seminario, unas muy claras y otras muchos más
confusas.
Se trata de voces de ultratumba, que dicen cosas como: “Ya
no me acuerdo”, “Da paz de verte”, “Encarna”, “Vete de aquí” o “Te va a
gustar”.
Algunas de ellas adquieren un tono y contenido mucho más
agresivo, como si se correspondieran con espíritus o entidades de carácter
negativo, de hecho, son muchos los testigos que afirman haber visto sombras
oscuras que se mueven por las habitaciones y por los pasillos.
Otros testigos afirman haber presenciado extrañas luminarias
que se desplazan como si poseyeran inteligencia propia.
Muchos investigadores también comentan como los sensores de
movimiento, que utilizan en sus estudios, se ponen en marcha solos sin que
ningún animal ni persona los active.
Sin ningún lugar a dudas, el Seminario de Nuestra Señora de
los Ángeles de Hornachuelos es uno de los lugares más mágicos y encantados de
la provincia de Córdoba.